Dos años de espera por una
nueva vida
Arley Restrepo Londoño, de 65 años de edad vive su vida al máximo, luego
de haber visto el umbral de la muerte. Desde entonces él sabía que ya nada
sería igual.
Así relata en la sala de su casa la historia que le cambió
la vida hace 5 años., donde el solo pensaba en “me llegó la hora de rendir
cuentas a chuchito”, hoy esa historia tiene otro trozo de realidad que uno
no se imagina.
Un día cualquiera don Arley, se
levantó con un dolor profundo en su lado izquierdo y a duras penas podía orinar
con mucho dolor “Pensé que eran cálculos en los riñones lo que me tenía así de
mal”, don Arley, fue por urgencia con un dolor profundo que le quitaba el
aliento hasta de respirar.
Luego de una serie de exámenes médicos, le detectaron que tenía un
problema en uno de sus riñones y que debía someterse al tormentoso
proceso de diálisis “la verdad dije que no me iba a someter a ese proceso y que
si mi hora era esta pues que me llevara de una vez por todas “.
Los familiares de Arley, con tristeza en sus rostros sacaron su mayor
motivación y lo alentaron, para que ganara esta dura batalla que debían vencer
entre todos.
En Colombia para ese entonces había alrededor de 1.800.000 personas en
lista de espera de un trasplante de órganos, las noticias no eran las mejores
para este hombre, que sabía que su vida dependía de otra persona y sus
familiares de buen corazón que
estuvieran dispuesto a donar un riñón, para salvar la vida de otro en este caso
la vida del señor Restrepo.
El tiempo transcurría lentamente y el estado de salud de Arley, se
desmoronaba como los peñascos de arena. Cada día era más dura la
situación que debía enfrentar.
“Había días en los que la verdad no tenía ganas de seguir viviendo con
esta enfermedad.”
Las personas que son sometidas a un proceso de diálisis debe ir día por
medio al hospital y someterse a un largo día de tratamiento y cansancio físico
y emocional; ellos no pueden valerse solos para continuar con su vidas.
El señor Restrepo, continuaba dando la pelea, aunque a ratos sentía que
ya nada le importaba.
Un día cualquiera él estaba sentado en la sala de casa hablando con sus
familiares, cuando de repente sonó el teléfono, su hija contestó alguien al
otro lado le dijo, que ya tenían
el donante que él necesitaba para mejorar deplorable estado de salud. El
desde unos cuantos metros sintió la emoción que su hija sentía por haber
recibido esa noticia que le cambiará la vida. Desde ese entonces volvió la
esperanza que quizás se había desvanecido como la sangre que corría por sus
venas.
El momento y el día había llegado, Arley, se preparaba fisica y
psicologicamente para lo que le corre pierna arriba. Ingresa al Hospital San
Vicente de Paul, donde todo ya está listo para su cirugía, el sudaba, gritaba
de emoción o de nervios que recorren desde la uñas de dedo gordo hasta las
canas envejecidas de su cabeza . Pues su “ chucchito” , le había concedido el
milagro que tanto esperaba, pasaron muchas horas en las cuales sus familiares
sintieron muchas angustias y mariposas en el estómago pensando cómo estaría su
padre, hijo, esposo y amigo.
Finalmente todo salió muy bien y Arley, empezó su proceso de
recuperación lento pero con una felicidad que él mismo dice que desde que era
joven no la sentía.
“ Mi vida cambió para siempre no es fácil adaptarse a cambios, pero aquí
estoy de pie luchando por seguir mi camino”
La donación de órganos es un gesto muy lindo de las personas que deciden
seguir salvando vidas después de muertos. Hoy es don Arley, quien nos
contó con mucha felicidad la nueva oportunidad que le dio la vida de seguir
dando problemas y peleas a su familia.
Él dice que lo único malo es que ya celebra las fechas especiales es con
tinto y agua, el trago ya no es su amigo consejero. Su historia de vida nos
enseña que nunca se debe perder las esperanzas de salir del umbral.
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